lunes, 27 de agosto de 2012

PALOMA

Ser simple paloma, así me tocó,
nací en la cornisa de una vieja iglesia.
Viendo el precipicio, torre del reloj,
un enorme parque con grandes aceras.

Nuestra madre iba y venía incansable,
buscando comida, pidiendo centavos.
Cientos de palomas viven el parque,
venden cigarrillos, cometen asaltos.

Varios los palomos que van por el nido,
con cada visita son más huevecillos.
Mi madre revuela, rebusca en el piso,
poca es la comida, arduo el ejercicio.

Muy pronto fue el día que aprendí a volar,
un empujón tosco me envió al precipicio.
Tantos en el nido difícil juzgar,
ahora estoy solo buscando lo mío.

Mis platos aceras, también basureros,
mi baño es la fuente del parque central.
Mendigo las tardes algo de dinero,
si no encuentro nada, pegante almorzar.

Cuando se anochece busco algún rincón,
el frio madruga quebrando mis sueños.
Mis enfermedades no tienen doctor,
ilusiones nunca serán más que anhelos.

Los otros palomos quitan si no dan,
en el parque abunda bazuca y peligro.
Las bestias más finas no osan pasar,
robo entre palomas cuando se han dormido.

Una noche oscura un fiero palomo,
da muerte a un cachorro por robarle cien.
Resultando el perro hijo de paraco,
el dolor es mucho, el poder también. 

Las motos llegaron por las cuatro esquinas,
el que tuvo suerte pudo despegar.
Ráfagas de hierro, enormes heridas,
pluma ensangrentada, limpieza social.

Mi vuelo oportuno me salvo la vida,
palomas prohibidas en el parque están.
Ahora me pasó de techo en cornisa,
ya solo aterrizo por algo cenar.

En toda ciudad la paloma es paloma,
perro comió perro y cisne caviar.
Desde el más corriente al sofisticado,
viven en los roles que optaron llevar.

Yo sigo en lo mío, mi almuerzo pegante,
el sol en los hombros, el frio traidor.
Soy simple paloma, mi vuelo es constante,
mi casa tu techo o cualquier rincon.